Leyenda del Año Nuevo
(Cuento gentilmente cedido por mi amiga Nospheratt)
Cuenta la leyenda que en la noche del 31 de diciembre, a media noche, el tiempo se detuvo. El moverse interminable del Universo paró, los planetas y estrellas, quedaron suspendidos en la nada.
En la sierra, pequeño oasis azul y verde, la conmoción fue grande. Ninguna maquina funcionaba, ni siquiera las aguas de los ríos se movían.
El viento dejó de existir, las hojas de los árboles, melancólicas, permanecieron adormecidas. Los animales huyeron a refugios ocultos y esperaron, trémulos.
Muchos creían que el Apocalipsis final había llegado. El terror y el temor rompieron los cielos, la desesperación se esparció entre la humanidad desorientada.Otros se arrodillaron a rezar a Dios. No hubo respuesta alguna.
Voces iradas se oyeron:
– ¡El Creador nos abandonó! – decían algunos.
– Están equivocados. ¡Él jamás existió! – respondían otros.
Algunos pocos, que creían en algo superior a la limitada comprensión del hombre, callaban.
Callaban con humildad, aceptando que todo lo que pasa a cada ser humano, es de su propia responsabilidad. Si el futuro había desaparecido, talvez fuera porque el hombre lo asesinó. Y no sabían que hacer.
Ya nadie podía soportar la bruma fría y mortífera que parecía cubrirlo todo, con aquella incertidumbre que se les afiguraba peor que la muerte. Entretanto, nada sucedió. El Universo continuaba inmóvil. La muerte y el nacimiento habían dejado de existir.
Entonces se reunieron los hombres más poderosos, y los sabios mas respetados del Planeta, para encontrar una solución, una luz al final de aquel túnel, y hacer que aquella tortura terminara.
Pero las discusiones se incrementaban, sin llevar a ningún lugar, pues no conseguían ponerse de acuerdo sobre nada.
Los juegos de poder luego se hicieron presentes, estropeando las conversaciones. Tan acostumbrados estaban a aquellos juegos, que no se daban cuenta, de que era eso lo que les impedía de llegar a algún lugar.
Comenzaron a desesperarse. Sabían que si el tiempo estuviera transcurriendo normalmente, ya habrían estado allí durante horas; mientras que en aquella espantosa y casi incomprensible situación, era como si hubieran llegado en aquel mismo instante.
Inclusive el concepto del tiempo comenzaba a desaparecer, lo que los hacia sentirse como suspendidos e impotentes, en el vacío.
Inesperadamente, uno de los hombres más poderosos y respetados del grupo se levantó, y su voz se escuchó por encima de toda la algazara.
– Señores, dudé mucho en decirles lo que voy a pronunciar ahora. No se si esto tendrá algún valor, pero… frente a esta situación en que nos encontramos en este momento, creo que debemos intentar todo lo que sea posible. Todos escucharon atentamente.
– Talvez yo este colocando en peligro mi prestigio, pero realmente no me importa. Quiero contarles una cosa que mi hijo me dijo. Es un niño de 12 años, que para mi es la cosa mas importante y preciosa que existe en el universo.
Un murmullo se levantó entre la muchedumbre, pero el hombre los hizo callar con un gesto.
– Permítanme hablar y después pueden hacer lo que quieran, pues no podré perdonarme si no hago todo lo que esté a mi alcance, para que mi hijo tenga un futuro.
Cerró los ojos por un momento y respiro muy profundamente.
– Hoy… o no se cuando, ya que el tiempo parece haber desaparecido… la última vez que me desperté y me senté para tomar el café de la mañana con mi familia, mi hijo me contó una cosa.
Me dijo que había tenido un sueño muy extraño. Soñó que el Creador estaba perdido en algún lugar, esperando una respuesta. Dijo que nosotros los seres humanos debíamos encontrarlo; – miró a los presentes – Es obvio que a mi me pareció que era solo un sueño de niños y no le di importancia alguna.
Los adultos no creemos en ese tipo de cosas. – bajo la cabeza – Ahora estoy avergonzado por menospreciar a mi hijo, simplemente porque no es adulto.
Al fin de cuentas, los grandes desastres son todos causados por los adultos, nosotros, los que pensamos que sabemos como funciona el mundo.
Levanto la cabeza, con un brillo de orgullo no ojos, y prosiguió:
–Lo que está pasando prueba, al menos para mí, que en realidad no sabemos nada, y es por eso que estoy aquí, para decirles que estoy partiendo en busca del Creador; quien desee acompañarme será bienvenido.
Las carcajadas explotaron. El hombre se fue, sin alterarse.
No sabía por donde comenzar ni donde ir; salió a caminar sin rumbo, y mucha gente se le unió.
Caminaban sin cesar, siempre hacia adelante, buscando algo que ni siquiera sabían lo que era.
Una masa impresionante de peregrinos, jóvenes, viejos, niños… caminaban todos juntos, un paso después del otro, mirando siempre a lo lejos.
Atravesaron pantanos lúgubres y tierras desoladas, planicies de rocas abandonadas, siempre en medio de la oscuridad, pues el Sol, prisionero del tiempo, no había salido nuevamente.
Después de mucho caminar, exhaustos, decidieron descansar. Sentados al pie de una caverna, se miraron.
Y todos pensaron lo mismo, habían fallado. El mundo quedó en silencio.
De repente, una voz corto el silencio.
– ¿Quienes son ustedes?
Un señor, muy arrugado y envejecido por la edad, había salido de la caverna; parecía ser un ermitaño que vivía en ella. El hombre que había iniciado la peregrinación hablo:
– Nosotros somos los que buscamos al Creador.
El viejo abrió sus ojos muy rápidamente.
-¿Y vinieron hasta aquí buscándolo?
– Si, respondió el hombre con los brazos caídos; nosotros fallamos, no lo encontramos.
El viejo comenzó a reírse.
– ¡Pero si el Creador esta en todas partes! Inclusive pueden encontrarlo dentro de ustedes mismos.
– Y si el espera una respuesta… ¿Como podemos responderla, si ni siquiera sabemos cual es la pregunta?
– La pregunta – rió el viejo – es: ¿Cual es el secreto del tiempo? respondan, el Creador los esta escuchando.
Los peregrinos miraron hacia el cielo, y no escucharon más que la oscuridad fría. El hombre se puso a pensar.
– Ayúdenme – pidió a sus compañeros – ¡El Creador espera una respuesta!
El silencio continuaba. El Universo entero a la espera. Una viejita desanimada, dijo:
– Nosotros, los viejos, no podemos ayudar. Solo sabemos de las cosas pasadas.
– ¡Es eso! – gritó un anciano, levantándose con la agilidad de un niño: ¡el tiempo es pasado, presente y futuro! ¡Nosotros, los viejos somos el pasado, la Sabiduría de las experiencias de Vida!
Todos lo aplaudieron, sonriendo, y se levantaron. Sentían las esperanzas renaciendo. El hombre levantó la mano y todos escucharon.
– ¿Entonces, que es el presente? – pensó un momento, con la frente arrugada.
El presente – su cara se ilumino – ¡son los adultos!
– Muy bien – sonrió el ermitaño – ¿Porque?
– Los adultos representan el hacer de ahora, vivir las experiencias que después serán la Sabiduría del pasado, cuando seamos viejos; representamos la madurez y las responsabilidades que deberemos tener para vivir el presente.
– Parece que ustedes sí encontraron una respuesta – respondió el anciano de la caverna.
Todos se callaron, expectantes. Pero…nada pasó. El Universo seguía en silencio, inmóvil.
– ¿Porque no pasa nada, entonces? – pregunto un hombre, desesperado.
– Porque todavía falta una parte de la respuesta. ¿Que es el futuro? – preguntó el ermitaño, suavemente.
Los peregrinos se sentaron nuevamente en las rocas ásperas, muy tristes. Nadie conocía la respuesta. El anciano hablo nuevamente.
– No pierdan las esperanzas. El Creador todavía esta esperando. No lo abandonen.
Entonces, los jóvenes y los niños comenzaron a levantarse, lentamente, uno por uno, y una joven habló por todos ellos.
– Ustedes nos olvidaron una vez más. ¿Se olvidaron que fue un niño quien les permitió llegar hasta aquí? Pero nosotros estamos aquí, como siempre hemos estado.
Todos la miraban, especialmente el ermitaño, que sonreía tiernamente. La joven también sonrió.
– Nosotros, los jóvenes y niños, somos el futuro; somos la semilla del amanecer de un nuevo tiempo. Nosotros somos el mañana donde ustedes no estarán.
En aquel instante, un amanecer glorioso se anuncio por detrás de las montañas. Lágrimas de alegría llenaron los ojos de los peregrinos, y agradecieron al Creador la lección que les había dado.
El tiempo había vuelto a su transcurrir interminable.
El anciano habló nuevamente.
– La respuesta que el Creador esperaba era su peregrinación; pues necesitaba saber si la humanidad todavía tenia en Él la misma fe, que Él tiene en ella. Ustedes probaron que el hombre merece una oportunidad.
Entonces – pregunto el hombre, aturdido – ¿porque el enigma del tiempo?
-El enigma – respondió el ermitaño – era para recordarles de que cada uno de ustedes es infinitivamente importante, tan importante que, si faltara alguno, el Universo se detendría. Ahora, vayan en paz.
Los peregrinos se levantaron y comenzaron la larga caminata de vuelta a sus casas. Por fin, quedaron solamente el hombre y el ermitaño. El hombre, que ya se iba, volvió para agradecer el anciano.
– Jamás podremos agradecer su ayuda. – entonces, intrigado, preguntó – ¿Quien es usted, que sabe tantas cosas?
Yo Soy Aquel que esperaba una respuesta – sonrió el viejo, y desapareció en la oscuridad de la caverna.
Gran relato, saludos brujos
Una leyenda hermosa y significativa,justo para estos días.>Muchos cariños y felicidades !!!
Gracias por ese hermoso relato, te dejo un abrazo con mucho cariño y Feliz Año Nuevo