Mi Madre India
El manuscrito Indio habla de un tiempo que vendría, un tiempo de pobreza que sucedería a la riqueza, y que eso estaba escrito en el hermoso color dorado, que en aquel entonces poblaba los campos de trigo.
Ese manuscrito, fue escrito por Mi Madre India, que silenciosamente camina por las Doradas Arenas del Infinito.
Esas Arenas son el eco y el espejo de lejanos olvidos, que se hacen presentes en las aguas que bajan de las montañas, para regar los cultivos de generaciones incomparables, de lucha y labor por el despertar de la Humanidad.
Mi Madre India, era hermosa, y era Mujer, y era generación, pero un día sus huellas fueron borradas de la faz de la Tierra.
Ahora se sucederá un tiempo en el que todos querrán recordarla, pero no será posible, a menos que leas su historia, y te tornes una generación que adivinó los campos de trigos en los tiempos que se sucedieron.
Ese pequeño manuscrito, Su legado, es sagrado para Mi, y para otros que como Yo, sobrevivieron al horror de haberla perdido.
Otros que junto Conmigo, caminaron de la Mano, y atravesaron el Valle de las Sombras, donde aún se oye nuestro llanto y nuestro lamento, hasta encontrar el Ánfora de la Vida, que nos hizo renacer en una danza cósmica, que esparce las arenas tornando dorados los tiempos y amargos los siglos.
Siglos que se desvanecen, así como se desvanece la oscuridad, a cada grano de trigo que se enciende como una antorcha de la Creación.
Mi Madre India, Mi Sagrada Madre India, te busqué por los confines del Universo, y no te encontré, y te lloré mientras el tiempo se escurrió entre Mis dedos.
Pero ahora estás aquí, más hermosa que nunca, más sabia que antes, caminando de la Mano de Tu Madre Tierra; juntas atravesaron las sombras y ahora llegan trayendo esta Aurora dorada, que despunta como precursora del nuevo amanecer que se aproxima.
Serás Mi guía, y Yo seré tu consuelo, con-suelo, en el suelo contigo, Te levantaré y Te elevarás por encima de los siglos, instaurando el nuevo tiempo que viene contigo, entre tus flameantes faldas, quemando, incendiando todo aquello que sea digno de tornarse eterno.
Jamás sabrás lo que ocurrió mientras reposabas en el seno de Tu Madre Tierra, porque no necesitas saber, tienes el don de la comprensión, y con él revolucionarás el mundo con los nuevos y arcaicos conceptos de muerte y renacimiento, de Vida y desolación, de Amor y traición, de Pasión sin límites por el Fuego de la Creación.
Agua de manantiales eternos que brotan a todo instante, inundando la tierra con su bendición de Vida, inundando los seres en un eterno presente, que se hace regalo en tus amorosas Manos, de las cuales se irradian los fulgores de las estrellas que cargas, de las luces que derramas sin cesar en el mundo que te rodea.
Tu Amor es conocimiento, tu palabra es sabiduría, tu mirada es dulce cuando nos diriges y nos enseñas el camino hacia el Paraíso perdido; Paraíso dorado con los eternos recuerdos de tus sueños proféticos, de tus ansias de proteger la existencia por los confines terrestres, por los corazones pensantes, por las mentes sensibles, que a través de su llamado, Te despertaron del largo sueño en el cual te habías sumergido, esperando ser nombrada, llamada para Ser. (Diosa)
Ahora que estás aquí, ahora que tu labor comienza, debes prepararte para lo que vendrá, un tiempo de persecuciones sin fin, de seres que temen tu Amor y tu palabra; seres que no soportan la dulzura de tu mirada, porque no pueden esconderse de ti, como no pueden esconderse de Mi, de nosotros, ni siquiera en el Paraíso, donde un día pensaron que podían.
Las huellas que dejaste serán encontradas una a una a partir de ahora, ahora que estás fuerte para responder a las miles de preguntas que surgirán, y con las cuales, a través de muchas de ellas, intentarán destruirte, pero no lo conseguirán, porque ahora es Tu tiempo, Tu dorado tiempo, y ellos aún viven en amargos siglos, envueltos en sombras, asombrados por sus propios fantasmas, de los cuales no desean deshacerse.
Mi Madre India, Me trajiste al mundo una vez, Me hiciste renacer muchas, Me pariste en muchos lugares, de yermos y desolados paisajes, para que todos pudieran beber de Mi cauce y ser libres, libres en la soledad de sus corazones, para que aprendieran a compartirlo todo, su vida, la Tuya, la Mía.