Un Antiguo Pergamino
Cuenta una vieja historia, que cierta vez una doncella y su padre, se dirigían a Katmandú; iban en busca de una esfinge, para que esta les diera alas a sus sueños.
Lo que ninguno de los dos sabía, era que los sueños ya nacen alados, y que por eso solamente necesitan de Mi Soplo amoroso, para alzar vuelo y hacerse realidad en las Tierras del Infinito, pues… «soñar es conquistar el futuro antes de que ocurra».
Y así, en esa búsqueda insana, por encontrar aquello que ya poseían, iban los dos jugando con el destino de ambos.
Tan determinados estaban en llegar a su destino, que no veían ni escuchaban los personajes que se les aparecían en el Camino, y que los advertían de los peligros, que los esperaban en la ruta a Katmandú.
Según dicen los que cuentan la historia, fueron siete los personajes que surgieron, cada uno ofreciendo una alternativa diferente para llegar a la esfinge, y cada uno diciendo ser dueño del secreto, para cruzar incólume por los peligros.
El primero era rubio,y se llamaba Ansiedad; deseaba mas que cualquier uno de los otros vender su secreto, a los incautos que se aventuraban camino a la esfinge.
El precio que cobraba era la paz, y a cambio entregaba un guardian que los acompañaría, impidiendo que comieran, durmieran o se detuvieran mucho tiempo en un mismo lugar; deberían llamarlo Intranquilidad.
El segundo no era buen mozo, pero su charlatanería compensaba ampliamente su desalineada figura; su nombre era Indecisión, y no estaba seguro de querer vender su secreto, por eso hablaba, y hablaba, y hablaba, inventando peligros, aumentando así el precio que cobraría, en el caso de que llegaran a hacer negócios.
El precio que cobraba era el cansancio, y el nombre de su guardian, era Trabajo; pero la mayoría de las veces, el acuerdo no ocurría, pues la gente le temía y huía.
El tercero era alto, de la estatura de los sueños de cada uno; hecho a medida, con la más pura de las intenciones, y entretejido con los más finos ardiles, su nombre era Trampa; el precio que cobraba era la ilusión.
¡Engaño! Le gritaba a su guardián y este venía corriendo, pronto para servir de hoyo, donde pudieran caer los peregrinos del Camino.
El cuarto era joven, casi un niño; con él, todo es un juego, inclusive el hecho de peregrinar hacia la Verdad; Responsabilidad se hacia llamar, y cobraba caro, muy caro los servicios de su guardián, lo que siempre era, hacer cosas más importantes que vivir los propios sueños, por eso su nombre era Desvío.
El quinto era feo y retorcido por su propia naturaleza, él mismo se presentaba como Sr. Cautela, y a su guardián como Sr. Miedo; este personaje fue el que hizo más negocios en el Camino de los sueños, pues la gente siempre le pagaba muy bien, la compañía de su guardián.
El sexto era grande y altanero; no era necesario llamarle, se presentaba solo, y no admitía excusas para no hacer negocios.
Su nombre era Codicia, y su guardián Desconfianza; le decía la gente que con Desconfianza sería imposible no llegar a Katmandú, pues él los mantendría alejados de todos los peligros que pudieran surgir, inclusive de la amistad y la camaradería, que más adelante los obligaría, a dividir el tesoro de sus sueños con otros.
El séptimo y el más aciago de todos, se llamaba Desespero; no cobraba mucho, y ofrecía a cambio una pareja de guardianes: Aflicción y Dolor.
Completaba su discurso diciendo que ella, los mantendría alertas en dirección al objetivo por lejano que estuviera, y que Dolor, los haría recordar permanentemente la situación en que se encontraban, y que solamente terminaría cuando alcanzaran su meta, pues eso les daría fuerzas para seguir hasta el final.
Pero… como cuenta la vieja historia, la doncella y su padre, tan determinados estaban en su búsqueda, que jamás hicieron negocio con Ansiedad, Indecisión, Trampa, Responsabilidad, Cautela, Codicia o Desespero; y por eso, no permitieron que Intranquilidad, Trabajo, Engaño, Desvío, Miedo, Desconfianza, Aflicción y Dolor, los acompañasen en su camino hacia los sueños.
Nadie nunca supo porque buscaban la esfinge; unos decían que ese era su sueño, otros, al contrario, pensaban que ellos necesitaban descubrir el misterio de los caminos, para impedir que otros, fueran víctimas de los personajes, y sus guardianes.
Lo cierto es que esta vieja historia, bien podría ser la tuya, y este puede haber sido Mi sueño: el hecho de que hayas conocido los verdaderos peligros del Camino de los Sueños, viajando a Katmandú, para saber el final de la historia de la esfinge, la doncella y su padre.
Ahora…¿ por qué no tomas este viejo pergamino y te encaminas hacia la ruta de la esfinge, en busca de tu sueño, y después nos cuentas el final de la historia?